Bajo el signo de las Fuerzas Armadas

La revolución cubana (1959) había cambiado el equilibrio de poder en América Latina y abrió espacios para movimientos marxistas que intentaron la toma del poder. La respuesta de Estados Unidos con Kennedy fue la Alianza para el Progreso, pero tras su muerte fue la doctrina de seguridad nacional, que implicó gran respaldo a los ejércitos latinoamericanos, preparación antiguerrillera y finalmente apoyo para la toma del poder por parte de los militares como parte de una política anticomunista.

El gobierno de René Barrientos nació en esa lógica y en la del desarrollismo que ya había inspirado al MNR además de la doctrina de la CEPAL de proteccionismo y sustitución de importaciones. El gobierno de Barrientos tuvo cuatro etapas. Noviembre 1964-mayo 1965 con una junta que él presidió, mayo-diciembre de 1965 con la extraña figura de la co-presidencia que compartió con el Gral. Alfredo Ovando, enero-agosto de 1966 con el interinato de Ovando y 1966-1969 gobierno constitucional tras su triunfo electoral.

Barrientos jugó a dos puntas, enfrentamiento implacable con obreros y mineros que pasó por la rebaja y congelación salarial de 1965 y creación del llamado pacto militar-campesino heredando el fuerte arraigo del MNR en el campo. Su perfecto dominio del quechua lo ayudó en esa tarea. Los campesinos fueron la base de su respaldo popular.

El interinato de Ovando demostró que éste era más proclive al concepto del nacionalismo revolucionario al firmar un contrato para la instalación de la primera fundición de estaño en el país. Barrientos organizó un partido propio que tuvo la efímera vida de su caudillo, se alió con viejos sectores desplazados por la Revolución y pequeños partidos de escasa significación.

En la lógica del desarrollo impulsó proyectos como la presa hidroeléctrica de Corani, los caminos 1 y 4 de Cochabamba al Chapare que serían la base para la ruta nueva a Santa Cruz y el contrato de explotación de mina Matilde por una empresa norteamericana, además de la renovación del contrato con la Gulf que había llegado a Bolivia en los años cincuenta.

En febrero de 1967 se aprobó una nueva Constitución que ratificó las incorporaciones de 1961, pero eliminó las milicias populares y la reelección.

El aparato represivo se oficializó con la ley de seguridad del estado y la creación de una unidad “especializada”, el Furmod. El episodio más trágico de esos años fue la masacre de San Juan, cuando unidades del ejército entraron a Siglo XX la noche de San Juan de 1967 y dispararon contra los mineros, causando la muerte de 27 trabajadores. El argumento fue que los mineros se organizaban para apoyar a la guerrilla del Che.