Militares entre la derecha y la izquierda
El 27 de abril de 1969 el Presidente murió al chocar su helicóptero contra cables de alta tensión en Arque (Cochabamba). Lo sucedió su vicepresidente Luis Adolfo Siles Salinas. Siles llegó al mando sin poder real y bajo la presión militar jefaturizada por Ovando.
Disolvió el Furmod y respetó escrupulosamente la Constitución, integró a Bolivia al Pacto Andino al firmar el Acuerdo de Cartagena rumbo a una integración económica indispensable para el desarrollo de la región. En agosto de 1969 se inauguró el canal estatal de televisión que había sido planificado en el gobierno de Barrientos.
La caída de Siles, fácilmente predecible, se produjo en septiembre de 1969. En incruento golpe Ovando tomó el poder y organizó un gabinete mixto entre jóvenes intelectuales de izquierda -entre los que se destacaba Marcelo Quiroga Santa Cruz- y militares. La medida trascendental de Ovando fue la nacionalización de la Gulf que revirtió al estado los importantes campos gasíferos que permitieron en 1972 el contrato de venta de gas a la Argentina.
El gobierno abrió relaciones con los países socialistas comenzando por la Unión Soviética. El ministro José Ortiz Mercado presentó un proyecto de ley de bases del poder ejecutivo y un plan de desarrollo que retomaba las líneas del plan decenal. La gestión de Ovando se vio sacudida por la guerrilla de Teoponte, un grupo de jóvenes cristianos y marxistas que se internaron en la selva al norte de La Paz y fueron cazados como moscas por el ejército hasta su aniquilación total.
Las muertes de los esposos Alexander, Jaime Otero y Jorge Soliz, que se le achacaron al gobierno, debilitaron su sustento hasta que en octubre de 1970 se produjo la crisis. Un grupo de militares de derecha bajo el liderazgo del Gral. Rogelio Miranda pidió la salida de Ovando, quien renunció, pero un golpe de mano del Gral. Juan José Torres que tomó la base aérea de El Alto cambio las cosas, los obreros con una huelga apoyaron a Torres que tomó el poder después de un fugaz triunvirato militar instalado por Miranda.
Torres mantuvo la línea nacional-revolucionaria de Ovando en medio de una creciente polarización del país y la acción descontrolada de los sectores de la izquierda radical. La inauguración de la fundición de estaño de Vinto, la reversión del contrato de mina Matilde y la creación de las corporaciones de desarrollo, fueron las escasas acciones administrativas de un régimen cercado por las posiciones extremas.
El cuarto congreso de la COB (mayo de 1970) propuso el camino al socialismo y a los trabajadores como vanguardia de ese proceso. En junio de 1971 esas ideas se llevaron a la práctica con la creación de la Asamblea Popular que pretendía sustituir al parlamento (cerrado desde 1969), con la participación de mineros, fabriles, campesinos, intelectuales y universitarios. La Asamblea presidida por Lechín inauguró sesiones pero nunca pudo deliberar realmente.
Precisamente en 1971 se creó el Partido Socialista bajo la conducción de Marcelo Quiroga Santa Cruz y el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria que jugaría un importante papel contra la dictadura de Banzer y en la construcción democrática posterior.
A estas alturas las posiciones ideológicas eran irreversibles, por un lado la izquierda cada vez más radicalizada, por la otra la derecha respaldada por el sector más fuerte de las FF.AA., los empresarios, la creciente clase media urbana que temía una ruta irreversible al comunismo, las dictaduras de Argentina y Brasil y por supuesto los Estados Unidos.
La toma de el periódico El Diario, las tomas de haciendas en Santa Cruz a manos de Oscar Zamora Medinacelli de filiación maoista (fue candidato vicepresidencial del Gral. Hugo Banzer en 1993), la expulsión del Cuerpo de Paz y la liberación de Regis Debray (condenado a 30 años de cárcel por su participación en la guerrilla del Che), terminaron por hacer estallar la rebelión.
El Cnl. Banzer logró aglutinar en torno suyo a los dos partidos más importantes de entonces, el MNR de Paz Estenssoro (del que se había dividido el MNRI de Siles Zuazo) y FSB.
El 19 de agosto de 1971 se produjo el golpe que terminó el 21 de ese mes con el triunfo de los insurrectos, el saldo sangriento tras los enfrentamientos en La Paz y Santa Cruz fue de casi 100 muertos y medio millar de heridos.
El nuevo gobierno declaró ilegales a los partidos de izquierda, canceló el funcionamiento de la COB y toda organización sindical, clausuró las universidades y envió al exilio a centenares de bolivianos. En sus primeros años de gestión fue implacable y férreo en su acción contra los opositores.
Banzer se inscribió en la cara militar del nacionalismo, con el ingrediente fuertemente anticomunista de la época. Estatista y desarrollista en economía, se vio beneficiado por el extraordinario nivel de precios de las materias primas (el estaño llegó a cotizarse en ocho dólares la libra fina) y una gran apertura de créditos internacionales.
Sobre esta realidad pudo mantener un nivel de crecimiento económico muy alto que se reflejó en un promedio de 5.8 % de crecimiento del PIB de manera sostenida entre 1971 y 1976 en que la economía comenzó a declinar de manera preocupante. Previamente tuvo que devaluar la moneda, lo que modificó el cambio después de 16 años y produjo una convulsión social importante.
El gobierno creó simultáneamente nuevas empresas productivas estatales, (hilandería, aceites, automotriz, etc.) y una legislación de apertura a la inversión externa como la ley de inversiones y la de hidrocarburos. Con una proyección equivocada de crecimiento de la producción petrolera, se lanzó a un proyecto de ampliación de exportaciones que tuvo que suspenderse ante la demanda de consumo interno.
En cambio, las exploraciones demostraron que Bolivia es un país básicamente gasifero. La venta de gas a la Argentina en 1972 representó un importante ingreso para el erario nacional. Se produjo un boom de la construcción en propiedad horizontal, particularmente en La Paz. Santa Cruz inició un despegue económico sin precedentes, aunque con algunos proyectos fallidos como el del algodón.
Se llevaron adelante obras públicas de magnitud como la autopista La Paz-El Alto, la refinería de Palmasola, varios edificios públicos de gran envergadura en la sede de gobierno, se instalaron nuevos sistemas de telecomunicaciones y se compraron varios aviones nuevos para el Lloyd Aéreo Boliviano.
La inversión pública fue intensa, pero el endeudamiento externo fue el más alto del siglo, al multiplicar la deuda en casi seis veces. Se redactaron nuevos códigos que sustituyeron al paquete de códigos dictado por Andrés de Santa Cruz, en materia civil, penal y de familia.
Se organizó el censo de 1976 que estableció una población de 4,6 millones de habitantes, una población urbana que se equilibraba progresivamente con la rural que aún era mayoría con el 58 %, un notable crecimiento de la ciudad de Santa Cruz (290.000 habitantes) y un proceso importante de migración de los Andes al oriente.
En noviembre de 1974 Banzer rompió con los partidos que lo apoyaban, los excluyó del gobierno y se apoyó exclusivamente en el respaldo de las FF.AA. La violencia desde el estado se tradujo en la masacre de Tolata en 1974, con un saldo de varios muertos ante las protestas por las medidas económicas del gobierno, el asesinato del Cnl. Andrés Selich, ex ministro del Interior de ese mismo gobierno y la participación de Bolivia en la llamada Operación Cóndor con las dictaduras de Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, que generó una acción represiva común con muertes y desapariciones. En 1976 fue asesinado en Buenos Aires el expresidente Torres, la oposición acusó al gobierno de ser el autor intelectual de ese crimen.
En 1975 el gobierno hizo la propuesta más seria de solución al problema marítimo con Chile. Tras el abrazo con Augusto Pinochet en Charaña, se reanudaron relaciones con ese país, la propuesta de un puerto al norte de Arica con un corredor soberano para Bolivia fue rechazada por Chile y las relaciones volvieron a suspenderse.
En 1977, ante la presión interna y externa, Banzer convocó a elecciones que ganó como producto de un fraude monumental su delfín el Gral. Juan Pereda, frente a la pujante Unidad Democrática y Popular, una coalición de izquierda liderada por Siles Zuazo. Las elecciones fueron anuladas, Pereda respondió derrocando a Banzer en julio de 1978.