La guerra del Chaco
La llegada de Salamanca al gobierno marca un terrible camino en el destino de Bolivia. El Presidente creía que el país debía redimirse en el Chaco. El conflicto limítrofe con Paraguay tenía que ver con una región despoblada cuyos límites establecidos después de la independencia, comenzaron a precisarse mediante tratados a partir de 1879.
Se trata de un triángulo con el río Parapetí al norte, el río Pilcomayo al oeste y el río Paraguay al este, ambos cursos de agua hacen vértice en la capital paraguaya, Asunción.
Tras cuatro intentos fallidos -Bolivia reivindicaba el territorio hasta el propio límite de Asunción y Paraguay hasta el río Parapetí- el tema quedó en litigio hasta estallar primero en 1928 y luego en 1932 con el combate por la laguna Chuquisaca (Pitiantuta), que dio origen a la guerra en junio de 1932.
La guerra tuvo cuatro fases, la primera entre junio y diciembre de 1932, ambos países se preparaban para el combate en gran escala, fue la primera ofensiva boliviana y toma de los fortines paraguayos Toledo, Corrales y Boquerón.
En Boquerón el Tte. Cnel. Manuel Marzana y 650 soldados bolivianos, escribieron una de las páginas más heroicas de nuestra historia militar, defendieron por más de un mes el fortín asediado hasta por 11.500 soldados paraguayos, que finalmente tomaron el fortín defendido hasta el último aliento.
La respuesta paraguaya fue la retoma de los tres fortines y las victorias en Arce y Alihuatá, apenas paliadas por la exitosa defensa de Kilómetro Siete bajo el mando de Bernardino Bilbao Rioja. Estos hechos forzaron a Salamanca, bajo presión popular, a llamar a Hans Kundt general alemán que había estado varias veces en Bolivia, a quien le entregó el mando del ejército.
La segunda fase de la guerra, diciembre 1932-diciembre 1933, fue de total ofensiva boliviana con la toma de Platanillos, Loa, retoma de Toledo, Arce, Alihuatá y el avance sobre Campo Jordán y Gondra. Su objetivo específico era la toma de Nanawa, el fortín defensivo paraguayo más al sur al que llegaron los bolivianos.
En julio de 1933, 9.000 soldados bolivianos atacaron a 9.000 paraguayos en Nanawa sin éxito, con más de 2.000 bajas bolivianas. Entre agosto y diciembre de 1933 el comandante paraguayo Gral. José Félix Estigarribia contraatacó y retomó Campo Grande, Alihuatá y Campo Vía, este último el peor desastre militar boliviano en la guerra, con la caída de dos divisiones,7.500 hombres con todo su armamento. Solo se salvó un destacamento de 3.000 hombres al mando del Gral. Enrique Peñaranda.
Salamanca destituyó a Kundt y bajo presión de los oficiales en el frente nombró comandante en jefe a Peñaranda.
La tercera fase, diciembre de 1933 a enero de 1935, fue de incesante ofensiva paraguaya, que logró de manera fulminante hacer retroceder al ejército boliviano y llegó al río Parapetí tras haber tomado Picuiba, Carandaití y el centro de operaciones Ballivián, previamente destruido por los bolivianos.
El mayor éxito nacional en ese periodo fue Cañada Strongest con un saldo de 1.400 prisioneros paraguayos. En noviembre de 1934, el Presidente Salamanca que había tenido pésimas relaciones con el alto mando durante toda la guerra, fue derrocado cuando visitaba el frente en Villamontes, rodeado por todo el mando en campaña que lo obligó a dimitir. Su vicepresidente José Luis Tejada Sorzano se hizo de la presidencia.
La última fase del conflicto, enero a julio de 1935, fue la defensa de Villamontes organizada exitosamente por el Cnel. Bilbao Rioja, que frenó en seco a Estigarribia y salvó el petróleo boliviano.
En julio del 35 se hizo un acuerdo de alto el fuego y recién en 1938 se firmó la paz. La idea de que el petróleo fue un móvil importante es relativa ya que nunca se encontró petróleo en el Chaco. Paraguay contó en todo el conflicto con la ayuda argentina cuyos intereses en territorio paraguayo eran muy importantes.